( Crónica escrita por Flore ).
Distancia: 65 Km.
Tiempo empleado: 3 h. 10 m.14 sg.
Velocidad
Máxima: 45 Km/h.
Velocidad
Media: 20,5 Km/h.
Parciales:
65 Kms.
Distancia
Total: 2.994,41 Km
Participantes: Patricio, Ramón, Flore, Josemari y Enrique.
Recorrido:
Santa Amnalia, Hernán Cortés, Pista de los Italianos, Ruecas, Rena,
Estación de Rena, Vía Verde, Segundo Puente de los Tres Ojos, Palazuelo, Puebla
de Alcollarín, Casar de Miajadas, Vivares, Valdehornillos, Santa Amalia.
Anecdotario
Buenos
días a todos, y los ciclozumos que allí estaban me saludaron amablemente
interesándose por mis prolongadas vacaciones y, sobretodo, por mi estancia en
Granada con mi nieta Daniela, cosa que es de agradecer muchísimo. Pedro estaba
de paisano, quiero decir sin el traje de ciclista, así que le pregunté si le
pasaba algo y me dijo que tenía tarea. Luego atacaron un poco a mi
indumentaria, pues no me había puesto del equipo de los Ciclozumos, y en su
defecto, llevaba unas preciosas y llamativas sudaderas fosforitas que me
hubiera regalado mi querida esposa de Cantabria, concretamente de Potes, cerca
de Fuente De, donde se sube por el telesférico a los Picos de Europa. José Mari
que había estado en el segundo turno, me preguntó por dicha excursión, y ambos
coincidimos en que había sido una excursión de lujo, tanto en su contenido,
cuanto en su precio. En este instante llegó Patricio, y de esta guisa nos
juntamos allí cinco Ciclozumos, como cinco gansos sin saber que hacer ni que
decidir, así que mi propuesta, de ir a Valdivia, fue enseguida aceptada, a
falta de otra más interesante. Uñas al guarro, como suele decir mi compadre
Reyes, y a sabiendas de que Patri no quiere tierra, le indiqué que me siguiera,
y a los demás les indique que les esperaríamos en el mismo lugar de siempre, en
la pista que va paralela a la Nacional 430, desde Hernán Cortés hasta el
Cementerio. En esta ocasión tuvimos que esperar dando vueltas por el lugar
indicado, algo más de lo habitual, pues luego supimos que "los
Camineros" se habían ido por Valdehornillos. De esta manera cuando llegaron
al lugar indicado, unas chicas del paro, que limpiaban las calzadas, les
dijeron que un ciclista vestido de verde fosforito, yo creo que es color
amarillo, pero para gusto los colores, les estaba esperando como un loco y que
ya había dado muchísimas vueltas por el lugar indicado. Por fin nos
reagrupamos, ¡qué alivio!, y después de saludar amablemente a nuestro paisano
"El Sega", que iba de paseo, comenzamos un pedaleo acompasado y
uniforme por la Pista de los Italianos, encauzando ya de una manera más
definitiva el recorrido del día.
Enrique,
que está muy puesto al día sobre los enclaves territoriales de la jurisdicción,
nos preguntaba de vez en cuando por algunos accidentes geográficos para ver si
estábamos al día en tales incidencias. Creo que nos dio un aprobado general
para todos. Y así llegamos, primero, al cementerio de Ruecas, y luego a la
localidad de Rena, donde en principio pensábamos parar un momento, pero que
después fue sustituido por la Estación de Rena. Y allí paramos un momento para
las necesidades fisiológicas, sobre todo, y para algunos comentarios más o
menos afortunados. En estas vicisitudes andábamos, cuando Ramón dijo que se
iría por la Via Verde porque quería llegar algo más temprano a casa, y como a
Enrique le gustara dicha opción, para conocer algo de la Vía Verde, pues
enseguida nos pusimos de acuerdo para alterar el itinerario previsto y hacer
una de las opciones, que en este caso fue la cuarta, de las que algún día
propusiera Flore a tal efecto. Poco después entramos en Palazuelo y fuimos
hasta la plaza del Pueblo, y entramos en un bar donde tomamos "El
Consabido Desayuno Saludable de los Ciclozumeros", que es harto variado
para cada cual. Pregunté allí por mis conocidos del lugar y, curiosamente, uno de los presentes me confirmo que era el
hermano de Paco, el padre de Débora y Rebeca, esta última íntima amiga de mi
hija Maricarmen. Pero lo más llamativo y desagradable, al mismo tiempo, es que
cuando pregunté por un compañero y amigo nuestro, me refiero a mi compadre Paco
y a mi, Paco Arias, me dijeron que había fallecido hacía poco más o menos de un
mes. Pasado este mal trance, reanudamos nuestra marcha con la vista puesta en
la próxima localidad, Puebla de Alcollarín, a la que el amigo Enrique llamó
Ruecas, para ver si nos cogía en algún aprieto. Al llegar al cruce, nos
planteamos la alternativa de seguir hacía el Casar o tomar hacia la derecha
para ir a Trujillo, pero prevaleció la primera opción y nos fuimos para el
Casar de Miajadas.
A partir de aquí, el poco viento que hacía se puso a nuestro
favor y con el desnivel también a favor pedaleamos fervientemente y con una
cierta euforia hasta la rotonda de la autovía de Don Benito-Miajdas, a la que
Enrique llama "La Rotonda de los Olivos", que ya hay que tener
imaginación, donde paramos para hacer sendas fotografías de distintas formas y
posturas, porque hasta ahora las que hemos hecho son fotografías muy simples y
muy tontas, según él. Y no se quedó ahí "El Macho Vara", porque en el
siguiente altozano que se divisa en la carretera, donde está enclavada la
Casilla 53 de los Guardacanales, donde hay un álamo Blanco enorme, o también,
donde paran a desayunar el grupo de "Los Andarines Amalienses de
Guadalupe", hubimos de parar de nuevo para rematar a ultranzas el ciclo
biológico fotográfico de la etapa del día. Y cuando el recorrido terminaba,
Josemari, que como siempre viene tremendamente adelantado, se fue por la pista
del canal, yo traté de seguirle y enseguida me increparon de que había que
hacerlo por la Calle Madrid, pues me cabreé y decidí irme por la rotonda de
Antonio López, y además les increpé diciendo que era por allí por donde
deberíamos tener nuestra entrada agrupada. Y además entrar por la calle del
Salón Moderno. Y no parece que lo consideraran mala idea.
Alejandro
se alegró muchísimo al vernos y sobretodo a mí, aunque sabía que había estado
de vacaciones y en Granada a ver a m nieta, y para corroborar dicha alegría nos
puso un plato de salchichas con patatas fritas que no le lo saltaba un galgo de
tres trancos. Y
ojalá, que sigamos muchos años, haciendo tantas fotos tontas, y poniendo tantas
reglas de manera desenfadada, se acepten o no, y digamos tantas
"tonteridas" y por supuesto que salgamos tantas veces juntos haciendo
estos recorridos ciclozumeros que sobrepasan la alegría y el desenfado, además
de hacer deporte y estar en forma.
Salud
y felicidad. Flore.
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